“El mandamiento « no
matarás », incluso en sus contenidos más positivos de respeto, amor y promoción
de la vida humana, obliga a todo hombre. En efecto, resuena en la conciencia
moral de cada uno como un eco permanente de la alianza original de Dios creador
con el hombre; puede ser conocido por todos a la luz de la razón y puede ser
observado gracias a la acción misteriosa del Espíritu que, soplando donde
quiere (cf. Jn 3, 8), alcanza y compromete a cada hombre que vive en
este mundo.
Por tanto, lo que todos debemos asegurar a nuestro prójimo es
un servicio de amor, para que siempre se defienda y promueva su vida,
especialmente cuando es más débil o está amenazada. Es una exigencia no sólo
personal sino también social, que todos debemos cultivar, poniendo el respeto
incondicional de la vida humana como fundamento de una sociedad renovada.”
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