“Nuestra Señora avanzó
en el camino de la fe, siempre en unión con su Hijo. Le acompañó paso a paso,
asociándose a él, alegrándose y sufriendo con El, amando siempre a los que El
amaba. Después, Cristo subió de nuevo junto a su Padre. Y en los días que
precedieron a Pentecostés, el grupo de los discípulos, Iglesia naciente, llenos
de alegría y de fe por el triunfo de Cristo resucitado y ansiosos por el
Espíritu Santo prometido, quieren sentirse muy unidos. Los encontramos en
oración, "con María, Madre de Jesús" (Act 1, 14).
Era la oración de una familia: de aquellos que el Señor había llamado para su
intimidad, con la Madre, la cual "con su caridad cooperó para que nacieran
en la Iglesia los fieles, miembros de aquella Cabeza, de la que Ella es
efectivamente Madre según el cuerpo", como diría San Agustín (De
Virginitate, 6: PL 40, 399).”
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