“La misión que incumbe
a la Iglesia de proclamar y contribuir a construir la paz, don inestimable del
Espíritu, proviene de su fe inquebrantable en Dios, Padre Providente, y de su
firme adhesión a Cristo, único Reconciliador de todas las cosas (cf. Col 1,
20) y vencedor de todo poder que pudiera esgrimirse contra la dignidad ele la
persona humana y sus posibilidades de plena realización.”
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