“Aquel a quien habéis elegido como Maestro no
es un mercader de ilusiones, no es un poderoso de este mundo, ni un astuto y
hábil pensador. Sabéis a quién habéis elegido seguir: a Cristo
crucificado, a Cristo muerto por vosotros, a Cristo resucitado por
vosotros.
Y la Iglesia os asegura que no quedaréis defraudados. En efecto, nadie, excepto
él, puede daros el amor, la paz y la vida eterna que anhela profundamente
vuestro corazón. ¡Dichosos vosotros, jóvenes, si sois fieles discípulos de
Cristo! ¡Dichosos vosotros si estáis dispuestos a testimoniar, en cualquier
circunstancia, que verdaderamente este hombre es el Hijo de Dios!
(cf. Mt 27, 39).”
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