“En la Cruz, el Hijo puede
derramar su sufrimiento en el corazón de la Madre. Todo hijo que sufre siente
esta necesidad. También vosotros, queridos jóvenes, os enfrentáis al sufrimiento:
la soledad, los fracasos y las desilusiones en vuestra vida personal; las
dificultades para adaptarse al mundo de los adultos y a la vida profesional;
las separaciones y los lutos en vuestras familias; la violencia de las guerras
y la muerte de los inocentes. Pero sabed que en los momentos difíciles, que no
faltan en la vida de cada uno, no estáis solos: como a Juan al pie de la Cruz,
Jesús os entrega también a vosotros su Madre, para que os conforte con su
ternura.”
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