“Es necesario hacer llegar el Evangelio de la vida al
corazón de cada hombre y mujer e introducirlo en lo más recóndito de toda la
sociedad. Ante todo se trata de anunciar el núcleo de este Evangelio. Es
anuncio de un Dios vivo y cercano, que nos llama a una profunda comunión con El
y nos abre a la esperanza segura de la vida eterna; es afirmación del vínculo
indivisible que fluye entre la persona, su vida y su corporeidad; es
presentación de la vida humana como vida de relación, don de Dios, fruto y
signo de su amor; es proclamación de la extraordinaria relación de Jesús con
cada hombre, que permite reconocer en cada rostro humano el rostro de Cristo;
es manifestación del « don sincero de sí mismo » como tarea y lugar de
realización plena de la propia libertad.”
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