“Permaneced firmes en la fe. ¡La fe, que nos abre de par en par los
espacios infinitos de la trascendencia; la fe, que nos hace inclinar la frente
ante Dios; la fe, que nos une íntimamente a Jesucristo, verdadero Dios y
verdadero hombre; la fe, que abre nuestros corazones a la esperanza y a la
alegría; la fe, que nos hace amar a nuestros semejantes como a hermanos, porque
actúa mediante la caridad (cf. Gál 5, 6); la fe, que nos da la
clave para comprender el valor auténticamente revolucionario de las
bienaventuranzas evangélicas; la fe, que nos constituye en Pueblo de Dios!”
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