“Nuestro corazón busca
la felicidad y quiere experimentarla en un contexto de amor verdadero. Pues
bien; el cristiano sabe que la satisfacción auténtica de esta aspiración sólo
se puede encontrar en Dios, a cuya imagen el hombre fue creado (cf. Gén 1,
27). "Nos hiciste para Ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que
descanse en Ti" (Confes. 1, 1). Cuando Agustín, de vuelta de una
tortuosa e inútil búsqueda de la felicidad en toda clase de placer y de
vanidad, escribía en la primera página de sus Confesiones estas famosas
palabras, no hacía sino dar expresión a la exigencia esencial que surge de lo
más profundo de nuestro ser.”
Felicidad
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