“una de las aspiraciones fundamentales de la humanidad actual es la de volver a encontrar la unidad y la comunión para una vida verdaderamente digna del hombre a nivel mundial. La Iglesia, consciente de ser signo y sacramento universal de salvación y de unidad del género humano, está dispuesta a desempeñar este deber suyo, « que las condiciones de nuestra época hacen más urgente », para que « todos los hombres, que hoy están más íntimamente unidos por múltiples vínculos sociales, técnicos y culturales, consigan también la unidad completa en Cristo ».45”
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