“Como he dicho en otra ocasión, “un sacerdote vale lo que vale su vida eucarística, sobre todo su Misa. Misa sin amor, sacerdote estéril; Misa fervorosa, sacerdote conquistador de almas. Devoción eucarística descuidada y no amada, sacerdocio desfalleciente y en peligr” (Discurso al clero italiano, n. 3, 16 de febrero de 1984: Insegnamenti di Giovanni Paolo II, VII, 1 (1984) 406).)”
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