“Una moral viva, en el sentido existencial, no se forma solamente con las normas que revisten la forma de los mandamientos, de los preceptos y de las prohibiciones, como en el caso de “no adulterarás”. La moral en la que se realiza el sentido mismo del ser hombre —que es, al mismo tiempo, cumplimiento de la ley mediante la “sobreabundancia” de la justicia a través de la vitalidad subjetiva— se forma en la percepción interior de los valores, de la que nace el deber como expresión de la conciencia, como respuesta del propio “yo” personal. El ethos nos hace entrar simultáneamente en la profundidad de la norma misma y descender al interior del hombre-sujeto de la moral. El valor moral está unido al proceso dinámico de la intimidad del hombre. Para alcanzarlo, no basta detenerse “en la superficie” de las acciones humanas, es necesario penetrar precisamente en el interior.”
(de la Audiencia General del Papa Juan Pablo II 16 de abril de 1980)
(de la Audiencia General del Papa Juan Pablo II 16 de abril de 1980)
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