“Juan de la Cruz, maestro en la fe, es también guía en los senderos de la vida. Su palabra, honda y pausada, sugiere al hombre toda la plenitud de su dignidad en la ardua tarea de acercarse al misterio de la existencia, en la humana fatiga del creer superando la oscuridad, en la síntesis del amar a Dios y al prójimo, ya que, como hermosamente dice el Santo “Al fin, para este fin de amor fuimos creados” (Cántico Espiritual, B,29,3).”
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