"La paz siempre es posible!
Siempre se debe cooperar para erradicar de la cultura y de la vida las semillas de amargura e incomprensión presentes en ellas, así como la voluntad de prevalecer sobre el otro, la arrogancia del interés particular y el desprecio de la identidad ajena. En efecto, en esos sentimientos están los presupuestos de un futuro de violencia y de guerra.
¡El conflicto nunca es inevitable!
Y las religiones tienen el deber especial de recordar a todos los hombres y mujeres esta convicción que es, al mismo tiempo, don de Dios y fruto de la experiencia histórica de muchos siglos.
Esto es lo que he llamado el espíritu de Asís".
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