martes, 5 de enero de 2010

Reconoced en todo enfermo al mismo Cristo

“Vosotros, los médicos católicos… estáis llamados, como creyentes, a dar testimonio de Cristo mediante las obras de caridad fraterna y el compromiso de promover la paz y la justicia, contribuyendo de forma eficaz a eliminar los motivos de sufrimiento que humillan y entristecen al hombre. Además, como médicos, es decir, como servidores de la vida, encontráis en el ejercicio de vuestra profesión una ocasión privilegiada para contribuir a la edificación de un mundo que corresponda cada vez más a la dignidad del ser humano. La medicina, entendida auténticamente, habla el lenguaje universal de la comunión, poniéndose a la escucha de todo hombre, sin distinción, y acogiendo a todos para aliviar los sufrimientos de cada uno”
[…]

“Reconoced en todo enfermo al mismo Cristo, colaborando con los que trabajan en la pastoral de los enfermos. A la aportación insustituible de vuestra profesionalidad añadid el "corazón", el único capaz de humanizar las instituciones. Vivificad el servicio con la oración constante a Dios, "que ama la vida" (Sb 11, 26), recordando siempre que la curación, en última instancia, viene del Altísimo (cf. Si 38, 1-2)”

(del Mensaje de Su Santidad Juan Pablo II a los participantes en la XXIII Asamblea Nacional Italiana de Médicos católicos)

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