“En nuestro tiempo, a la progresiva disminución de los huérfanos «por naturaleza», corresponde frecuentemente un tristísimo y continuo incremento de niños abandonados, si no legalmente, al menos psicológicamente. Además, ¿cómo no recordar a los numerosos niños explotados de la manera más vergonzosa y brutal, o con formas más sutiles, pero igualmente perversas, típicas de la moderna sociedad del espectáculo?, ¿o los condenados a crecer en ambientes degradados económica, moral y afectivamente?”
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