»No existirá un mundo mejor, y un
orden mejor de la vida social, si antes no se da preferencia a los valores del
espíritu humano. Recordad esto bien vosotros que justamente anheláis cambios
que comporten una sociedad mejor y más justa; vosotros, jóvenes, que justamente
contestáis toda clase de mal, de discriminación, de violencia, de torturas
reservadas a los hombres. Recordad que el orden que deseáis es un orden moral y
no lo alcanzaréis en modo alguno, si no dais la precedencia a todo lo que
constituye la fuerza del espíritu humano: justicia, amor y amistad» (AAS 71, 1979, págs. 253-254; L'Osservatore Romano, Edición en Lengua Española, 29 de abril de 1979,
pág. 6).
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