“….todos nosotros
estamos invitados y obligados a buscar la santidad y la perfección de nuestro
estado (cf. Lumen
gentium, 42) y la Iglesia, que vive en tiempo, es misionera por
naturaleza y debe seguir el mismo camino seguido por Cristo; a saber: el camino
de la pobreza, de la obediencia, del servicio y del sacrificio de sí mismo
hasta la muerte (cf. Ad
gentes, 1, 5)”
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