“La Iglesia, iluminada por las palabras del Maestro, cree que
el hombre, hecho a imagen del Creador, redimido con la sangre de Cristo y
santificado por la presencia del Espíritu Santo, tiene como fin
último de su vida ser «alabanza de la gloria» de Dios (cf. Ef 1, 12), haciendo así que cada una de sus acciones
refleje su esplendor.”
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