“El «Maestro bueno» indica a su interlocutor —y a todos
nosotros— que la respuesta a la pregunta, «¿qué he de hacer de bueno para
conseguir la vida eterna?», sólo puede encontrarse dirigiendo la mente y el
corazón al único que es Bueno: «Nadie es bueno sino sólo Dios» (Mc 10, 18; cf. Lc 18, 19). Sólo Dios puede responder a la pregunta sobre el bien, porque
él es el Bien. En efecto, interrogarse sobre el bien significa, en último término,
dirigirse a Dios, que es plenitud de la bondad. “
No hay comentarios:
Publicar un comentario