“Juntamente con la
existencia, le fe de la Iglesia reconoce ciertos rasgos distintivos de la
naturaleza de los ángeles. Su fe puramente espiritual implica ante todo su no materialidad y su inmortalidad. Los ángeles no tienen "cuerpo" (si bien en
determinadas circunstancias se manifiestan bajo formas visibles a causa de su
misión en favor de los hombres), y por tanto no están sometidos a la ley de la
corruptibilidad que une todo el mundo material. Jesús mismo, refiriéndose a la
condición angélica, dirá que en la vida futura los resucitados "(no)
pueden morir y son semejantes a los ángeles" (Lc 20, 36).”
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