“En el designio eterno de Dios esta mujer, María, fue elegida para
entrar en la obra de la Encarnación y Redención. Este designio de Dios se iba a
actuar a través de su determinación libre, rendida en obediencia al querer
divino. A través de su "sí", un "sí" que impregna toda la
historia y en la que está reflejado, Ella consintió ser la Virgen Madre de nuestro Dios Salvador, la
esclava del Señor y, al mismo tiempo, la madre de todos los creyentes que a lo
largo de los siglos llegarían a ser hermanos y hermanas de su Hijo.”
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