“Demasiados conflictos
en diversas partes del mundo están aún candentes. La opinión pública,
impresionada por las horribles imágenes que entran todos los días en las casas
por medio de la televisión, reacciona emotivamente, pero acaba demasiado pronto
acostumbrándose y casi aceptando el carácter ineludible de los acontecimientos.
Esto, además de injusto, es muy peligroso. No se debe olvidar todo lo sucedido
en el pasado y lo que aún sucede hoy. Son dramas que afectan a innumerables
víctimas inocentes, cuyos gritos de terror y sufrimiento interpelan a las
conciencias de todos los honestos: ¡no se puede y no se debe ceder ante la
lógica de las armas!”
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