“Gobernar el mundo constituye ya para el hombre un cometido grande y
lleno de responsabilidad, que compromete su libertad a obedecer al Creador:
«Henchid la tierra y sometedla» (Gn 1, 28). Bajo este aspecto cada hombre, así como la comunidad
humana, tiene una justa autonomía, a la cual la constitución conciliar Gaudium
et spes dedica una especial atención. Es la autonomía de
las realidades terrenas, la cual significa que «las cosas creadas y las
sociedades mismas gozan de leyes y valores propios que el hombre ha de
descubrir, aplicar y ordenar paulatinamente» 66.”
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