“… la tarea de renovarnos en Cristo jamás se termina. Con la
mentalidad y características propias, cada generación es como un continente
nuevo que se ha de ganar para Cristo. La Iglesia debe buscar continuamente
modos de capacitarse para entender con mayor profundidad y llevar a efecto con
vigor renovado la misión recibida de su Fundador. Como en tantas otras
ocasiones en que la Iglesia tuvo que afrontar un reto nuevo, también nosotros
ante esta ardua tarea nos dirigimos a María, Madre de Dios y Sede de la
Sabiduría, confiando en que Ella nos enseñará una vez más el camino hacia su
Hijo. “
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