“El recurso a la fuerza, a la violencia, para intentar resolver situaciones conflictivas o de injusticia, a nivel internacional e incluso nacional, suele llevar consigo –además de otros graves inconvenientes– un coste elevado de vidas humanas, que lo descalifican como vía de solución. El camino que lleva de veras a la paz implica, por otra parte, una sincera voluntad de conseguirla, a la vez que la aceptación del interlocutor como portador de aspiraciones y propuestas a considerar, y no como un enemigo a subyugar o suprimir.”
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