“La Iglesia es una comunión orgánica, en la que cada uno tiene su propio puesto y su propia tarea. También lo tenéis vosotros, jóvenes. Y es un puesto muy importante. La Iglesia, que en el umbral del año dos mil se siente llamada por el Señor a hacer cada vez más intenso el esfuerzo evangelizador, necesita especialmente de vosotros, de vuestro dinamismo, de vuestra autenticidad, de vuestro apasionado deseo de crecer, de la frescura de vuestra fe. Poned al servicio de la Iglesia vuestros jóvenes talentos sin reservas, con la generosidad propia de vuestra edad. Ocupad vuestro puesto en la Iglesia, que no es sólo el de ser destinatarios de la solicitud pastoral, sino el de ser protagonistas activos de su misión (cfr. Christifideles laici, 46).
¡La Iglesia es vuestra, es más, vosotros mismos sois la Iglesia!”
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