La naturaleza común mueve a los hombres a sentirse, tal como son, miembros de una única gran familia. Pero por la concreta historicidad de esta misma naturaleza, están necesariamente ligados de un modo más intenso a grupos humanos concretos; ante todo la familia, después los varios grupos de pertenencia, hasta el conjunto del respectivo grupo étnico-cultural, que, no por casualidad, indicado con el término "nación" evoca el "nacer", mientras que indicado con el término "patria" ("fatherland"), evoca la realidad de la misma familia. La condición humana se sitúa así entre estos dos polos - la universalidad y la particularidad - en tensión vital entre ellos; tensión inevitable, pero especialmente fecunda si se vive con sereno equilibrio.”
(del discurso del Beato Juan Pablo II a la quincuagésima Asamblea General de las Naciones Unidas - Nueva York, 5 de octubre de 1995)
(del discurso del Beato Juan Pablo II a la quincuagésima Asamblea General de las Naciones Unidas - Nueva York, 5 de octubre de 1995)
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