“A los seminaristas se les debe presentar sin ambigüedades la figura del sacerdote y su identidad esencial, que han sido delineadas con claridad por las diversas orientaciones de la Sede Apostólica y que yo mismo he recordado en la Exhortación Apostólica postsinodal “Pastores Dabo Vobis”. Dicha identidad ha de iluminar todo el proceso educativo e inspirar claros criterios de selección, como ya tuve oportunidad de señalar en mi visita a vuestro País, pues “no es el número lo que se ha de buscar principalmente, sino la idoneidad de los candidatos. Necesitamos muchos sacerdotes, pero que sean aptos, dignos, bien formados, santos” (Discurso en la sede de la Conferencia Episcopal Argentina, n. 3, 12 de abril de 1987)”
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