Si se
fomenta una integración gradual entre todos los inmigrantes, respetando su
identidad y, al mismo tiempo, salvaguardando el patrimonio cultural de las
poblaciones que los acogen, se corre menos riesgo de que los inmigrantes se
concentren formando auténticos "guetos", aislándose del contexto
social y acabando a veces por alimentar incluso el deseo de conquistar
gradualmente el territorio.
Cuando las "diversidades"
se encuentran, integrándose, dan vida a una "convivencia de las
diferencias". Se redescubren los valores comunes a toda cultura, capaces
de unir y no de separar; valores que hunden sus raíces en el idéntico humus humano. Eso ayuda a entablar un
diálogo fecundo para construir un camino de tolerancia recíproca, realista y
respetuosa de las peculiaridades de cada uno. En estas condiciones, el fenómeno
de las migraciones contribuye a cultivar el "sueño" de un futuro de
paz para la humanidad entera.
(delMensaje del Papa Juan Pablo II para la Jornada Mundial del emigrante y elrefugiado 2004)
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