Debemos finalmente añadir que las impresionantes
palabras del Apóstol Juan: "El mundo todo está bajo el maligno"
(1 Jn 5, 19), aluden también a la presencia de Satanás
en la historia de la humanidad, una presencia que se hace más fuerte a
medida que el hombre y la sociedad se alejan de Dios. El influjo del espíritu
maligno puede "ocultarse" de forma más profunda y eficaz:
pasar inadvertido corresponde a sus "intereses": La habilidad de
Satanás en el mundo es la de inducir a los hombres a negar su existencia en
nombre del racionalismo y de cualquier otro sistema de pensamiento que busca
todas las escapatorias con tal de no admitir la obra del diablo. Sin
embargo, no presupone la eliminación de la libre voluntad y de la
responsabilidad del hombre y menos aún la frustración de la acción
salvífica de Cristo. Se trata más bien de un conflicto entre las fuerzas
oscuras del mal y las de la redención. Resultan elocuentes a este propósito las
palabras que Jesús dirigió a Pedro al comienzo de la pasión:" ...Simón,
Satanás os busca para ahecharos como trigo; pero yo he rogado por ti para que
no desfallezca tu fe" (Lc 22, 31).
(Juan Pablo II en la Audiencia General del 13de agosto 1986)
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