“Cuando el Apóstol Pablo de Tarso se presenta ante los
atenienses en el Areópago, proclama: "Atenienses, ... al pasar y
contemplar los objetos de vuestro culto (= las estatuas de los dioses venerados
en la religión de la antigua Grecia), he hallado un altar en el cual está
escrito: "al Dios desconocido". Pues ese que sin conocerle
veneráis es el que yo os anuncio. El Dios que hizo el mundo y todas las
cosas que hay en él, ese, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita
en templos hechos por mano del hombre, ni por las manos humanas es servido,
como si necesitase algo, siendo El mismo quien da a todos la vida, el aliento y
todas las cosas. El ... fijó las estaciones y los confines de las tierras por
ellos habitables, para que busquen a Dios y siquiera a tientas le
hallen, que no está lejos de cada uno de nosotros, porque en El vivimos,
nos movemos y existimos..." (Act 17, 23-28).”
Dios creador, san Pablo
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