“"Id,... enseñad a
todas las naciones y bautizadlas en el nombre del Padre, y del Hijo, y del
Espíritu Santo".
"Bautizar"
quiere decir "sumergir", y el "nombre" significa la
realidad misma que expresa. Bautizar en el nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo, significa sumergir al hombre en esta misma realidad que
nosotros expresamos con el nombre de Padre, Hijo y Espíritu Santo, la realidad que
es Dios en su Divinidad: la Realidad absolutamente insondable, que no puede
comprenderse ni reconocerse más que por sí misma. Y al mismo tiempo, el
bautismo sumerge al hombre en esta realidad que, como Padre, Hijo y Espíritu
Santo, se ha abierto al hombre. Se ha abierto realmente. No hay nada más
real que esta apertura, esta comunicación, esta donación del Dios
inefable al hombre.”
(de la Homilía delBeato Juan Pablo II en el Aeropuerto de Le Bourget - 1 de junio de 1980)
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