“Ser dóciles a la
acción del Espíritu…. Ejemplo sublime de esta docilidad es para todos nosotros
la Virgen Santísima, María de Nazaret, que pronunció el "fiat" de su
disponibilidad total a los designios de Dios, de modo que el Espíritu pudo
comenzar en Ella la realización concreta del plan de la salvación.”
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