“Algunos intentan justificar el aborto sosteniendo que el
fruto de la concepción, al menos hasta un cierto número de días, no puede ser
todavía considerado una vida humana personal. En realidad, « desde el momento
en que el óvulo es fecundado, se inaugura una nueva vida que no es la del padre
ni la de la madre, sino la de un nuevo ser humano que se desarrolla por sí
mismo. Jamás llegará a ser humano si no lo ha sido desde entonces. A esta
evidencia de siempre... la genética moderna otorga una preciosa confirmación.
Muestra que desde el primer instante se encuentra fijado el programa de lo que
será ese viviente: una persona, un individuo con sus características ya bien
determinadas. Con la fecundación inicia la aventura de una vida humana, cuyas
principales capacidades requieren un tiempo para desarrollarse y poder actuar
».57”
(Beato Juan Pablo II – Enciclica Evangelium Vitae, 60)
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