“De la misma forma que los
países de tradición cristiana acogen a las comunidades musulmanas, también
algunos países de mayoría musulmana acogen generosamente a las comunidades no
islámicas, permitiéndoles incluso construir sus propios edificios para el culto
y vivir según su fe. Otros, sin embargo, siguen practicando una discriminación
con respecto a los judíos, los cristianos y otras familias religiosas, llegando
incluso a rechazar el derecho a reunirse en privado para orar. No nos
cansaremos de insistir en ello: se trata de una violación intolerable e
injustificable, no sólo de todas las normas internacionales en vigor, sino
también de la libertad humana más fundamental, la de manifestar la propia fe,
que es para el ser humano su razón de vida.”
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