“Remar mar
adentro ¿para ir a dónde? La respuesta es clara: para ir al
encuentro del hombre, misterio insondable; y para ir a todos los hombres,
océano ilimitado. Esto es posible en una Iglesia misionera, capaz de
hablar a la gente y, sobre todo, capaz de llegar al corazón del hombre porque
allí, en ese lugar íntimo y sagrado, se realiza el encuentro salvífico con
Cristo.”
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