“Jesús nos habla el lenguaje maravilloso del
don de sí mismo y del amor hasta el sacrificio de la propia vida. ¿Es un
discurso fácil? Bien sabéis que no. El olvido de sí no es fácil; éste aleja del
amor posesivo y narcisista para abrir al hombre al gozo del amor que se dona.
Esta escuela eucarística de libertad y de caridad enseña a superar las
emociones superficiales para radicarse firmemente en lo que es verdadero y
bueno; libra del encerrarse en uno mismo y prepara para abrirse a los demás,
enseña a pasar de un amor afectivo a un amor efectivo. Porque amar no es sólo un sentimiento; es un
acto de voluntad que consiste en preferir de manera constante, por encima del
propio el bien, el bien de los demás: “Nadie tiene mayor amor, que el que da su
vida por sus amigos” (Jn 15,13).”
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