“En el plan del Creador, el destino universal de los bienes de
la tierra implica que todas las personas tienen el derecho elemental a una
alimentación adecuada. El problema del hambre y la desnutrición es
verdaderamente una ofensa a la imagen del Creador en todo ser humano. Esto
sucede especialmente cuando el hambre es la consecuencia del mal uso de los
recursos o del excesivo egoísmo en el ámbito de grupos políticos y económicos
opuestos, o cuando es el resultado de la aplicación rígida del principio del lucro
en detrimento de la solidaridad y la cooperación en favor de todos los miembros
de la familia humana.”
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