“El cristianismo no nos manda que cerremos los ojos a los
difíciles problemas humanos. No nos permite o impide
ver las injustas situaciones sociales o internacionales. Lo que el cristianismo
nos prohíbe es buscar soluciones a estas situaciones por caminos del odio, del
asesinato de personas indefensas, con métodos terroristas. Y diría más: el cristianismo
comprende y reconoce la noble y justa lucha por la justicia, pero se opone
decididamente a fomentar el odio y a promover o provocar la violencia o la
lucha por sí misma. El mandamiento "no matarás" debe guiar la
conciencia de la humanidad, si no se quiere repetir la terrible tragedia y
destino de Caín.”
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