“El problema de la
igualdad jurídica entre el hombre y la mujer ha de resolverse con una
legislación social que reconozca la igualdad de los hombres trabajadores con
las mujeres trabajadoras y, a la vez, como dice la Pacem
in terris, tutele para éstas "el derecho a condiciones de trabajo
conciliables con las exigencias y con sus deberes de esposas y madres"
(núm. 10). Es preciso construir una sociedad en la que la mujer pueda atender a
la formación de los propios hijos, que son los protagonistas de la sociedad
futura. La Iglesia es sensible a esto y, como dije en la conclusión del Sínodo
de los Obispos celebrado el pasado mes de octubre, "es necesario que la
familia pueda vivir con holgura también cuando la madre se dedica plenamente a
ella".
Esto no quiere decir que se excluya a la mujer del mundo del
trabajo y de la actividad social y pública. Más aún, repito a todas las
mujeres: "Estad presentes con vuestra creatividad en la transformación de
esta sociedad...; llevad vuestra aportación iluminada por vuestro sentido
religioso a todos los vuestros, y aún a las más altas magistraturas"
(Discurso en el estadio "Jalisco", Guadalajara, 30 de enero de 1979).”
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