“Nuestro deseo de unidad cristiana brota de la necesidad de
ser fieles a la voluntad de Dios como se reveló en Cristo. Porque además
resulta que nuestra unidad en Cristo condiciona la eficacia de la
evangelización, y es determinante para la credibilidad de nuestro testimonio
ante el mundo. Cristo oró por la unidad de sus discípulos precisamente
"para que el mundo crea..." (Jn 17, 21).”
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