“En el servicio de la caridad, hay una actitud que debe
animarnos y distinguirnos: hemos de hacernos cargo del otro como persona
confiada por Dios a nuestra responsabilidad. Como discípulos de Jesús, estamos
llamados a hacernos prójimos de cada hombre (cf. Lc 10, 29-37), teniendo
una preferencia especial por quien es más pobre, está sólo y necesitado.
Precisamente mediante la ayuda al hambriento, al sediento, al forastero, al
desnudo, al enfermo, al encarcelado —como también al niño aún no nacido, al
anciano que sufre o cercano a la muerte— tenemos la posibilidad de servir a
Jesús, como El mismo dijo: « Cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más
pequeños, a mí me lo hicisteis » (Mt 25, 40). Por eso, nos sentimos
interpelados y juzgados por las palabras siempre actuales de san Juan
Crisóstomo: « ¿Queréis de verdad honrar el cuerpo de Cristo? No consintáis que
esté desnudo. No le honréis aquí en el templo con vestidos de seda y fuera le
dejéis perecer de frío y desnudez ».
No hay comentarios:
Publicar un comentario