“La peregrinación es una práctica de tradición antigua entre
nosotros, los cristianos. Determinados lugares se consideran especialmente
sagrados por la santidad y la virtud adquirida por algunas personas, que
vivieron en ellos; su sacralidad aumenta con el paso del tiempo, mediante las
oraciones y los sacrificios de las multitudes de peregrinos que van a
visitarlos.
Así la virtud engendra nueva virtud; la gracia atrae gracia, y
la bondad de un santo o de una santa, mantenida en permanente memoria por un
pueblo entero, continúa arraigándose a través de los siglos, renovando,
inspirando y fortaleciendo el espíritu de las generaciones sucesivas. De este
modo se nos ayuda y anima en el difícil ascenso a la virtud.”
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