“El cristianismo
procura que el trabajo esté impregnado, por decirlo así, de una vida nueva a
través de la alianza misteriosa entre la actuación humana y la de la
Providencia de Dios, que se verifica en el perfeccionamiento de la naturaleza
gracias a la actividad del trabajo. El cristianismo transforma el trabajo en
medio de santificación y oración, de participación en la obra creadora y
redentora del Verbo en el sufrimiento-gozo del trabajo, poniendo así por obra
"la mística pascual del trabajo".”
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