“Las diversas vocaciones sobre las que se articula la vida
eclesial participan de una dignidad común; todas son un llamado a la santidad y
cooperan a la edificación del único Cuerpo de Cristo según los diversos dones
que cada uno ha recibido del Espíritu (cf Rm 12, 3-8). La igual dignidad
de todos los miembros de la Iglesia no anula la variedad de formas, ya que el
Espíritu Santo constituye la Iglesia como una comunión en la diversidad de
vocaciones y ministerios (Vita
consecrata, 31)”
Vocaciones, laicos
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