Pero para vosotros, ¿quién soy yo?". Todos nosotros
conocemos ese momento, en el que no basta hablar de Jesús repitiendo lo que los
otros han dicho, sino que hay que decir lo que uno piensa; no basta recoger una
opinión, sino que es preciso dar testimonio, sentirse comprometido por el
testimonio y después llegar hasta los extremos de las exigencias de ese
compromiso. Los mejores amigos, seguidores, apóstoles de Cristo fueron siempre
los que percibieron un día dentro de sí la pregunta definitiva, que no tiene
vuelta de hoja, ante la cual todas las demás resultan secundarias y derivadas:
"Para ti, ¿quién soy yo?". La vida, el destino, la historia presente
y futura de un joven, depende de la respuesta nítida y sincera, sin retórica ni
subterfugios, que puede dar a esa pregunta. Esa respuesta ha transformado ya la
vida de muchos jóvenes.
Jóvenes, Cristo, Jesus
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