“os invito a dirigir el pensamiento a la Virgen, rezando el Ángelus.
Con esta oración, mediante la cual recordamos el anuncio que el Ángel hizo
a María Virgen, adoramos al Padre celestial por el gran don de la Encarnación.
Adoramos al Padre por la revelación de este misterio central de la historia
de la salvación, esto es, de la entrada del Verbo Eterno en las vicisitudes de
este mundo. Este es el misterio del amor infinito del Padre que ha querido
establecer con nosotros relaciones de una familiaridad tan grande, que nos hace
hijos en el Hijo. Y es el misterio del amor del Verbo que se ha hecho
hombre.”
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