“Ser «voluntarios en el
mundo» para un proyecto de liberación del hombre y de promoción eficaz de su
dignidad, supone un arraigo constante en el patrimonio de valores que, a lo
largo de los siglos, el Evangelio ha inspirado, alimentado y sostenido.
¡Cuántos, recurriendo a estas límpidas fuentes, han sabido ser testigos
auténticos de la caridad, constructores de paz y artífices de justicia y
solidaridad! ….
¡Que nadie se deje abatir por el desaliento, aunque las dificultades
resulten más graves y parezcan casi insuperables! Precisamente frente a las
situaciones en las que experimentamos una especie de impotencia debe
sostenernos la fe en Dios, para quien nada es imposible (cf. Lc 1, 37; Mt
19, 26). Vuestro testimonio es importante, particularmente para las nuevas
generaciones de voluntarios, que deben aprender a conjugar el entusiasmo del
impulso inicial con el esfuerzo de un camino gradual y paciente de formación y
perseverancia.”
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