lunes, 14 de octubre de 2013

La circunstancia particular del emigrante

 “Sé bien que vuestra condición de emigrantes os coloca en circunstancias particulares, que comportan a veces no pequeños esfuerzos y sacrificios para vosotros mismos y vuestras familias. Quiero, por ello deciros que comprendo y comparto vuestras ansias y esperanzas de personas que buscáis honradamente labraros un futuro mejor, personal y familiar. Permitidme que os aliente a no reducir esa noble tarea a la sola esfera material o económica, sino a extenderla también al campo espiritual y religioso. En efecto, es toda vuestra persona, de hombres y de cristianos, la que lleva en sí una dignidad peculiar, que arranca de la vocación sublime a la que Dios os llama. Sed, pues, fieles a esos valores que recibisteis en vuestros lugares de origen y que debéis desarrollar ahora, en un espíritu de mutua solidaridad. Ello os hará los primeros promotores de vosotros mismos, abriéndoos a todos los demás.”

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