sábado, 31 de mayo de 2025

Feliz la que ha creído

 

Poco después de la narración de la anunciación, el evangelista Lucas nos guía tras los pasos de la Virgen de Nazaret hacia « una ciudad de Judá » (Lc 1, 39). Según los estudiosos esta ciudad debería ser la actual Ain-Karim, situada entre las montañas, no distante de Jerusalén. María llegó allí « con prontitud » para visitar a Isabel su pariente. El motivo de la visita se halla también en el hecho de que, durante la anunciación, Gabriel había nombrado de modo significativo a Isabel, que en edad avanzada había concebido de su marido Zacarías un hijo, por el poder de Dios: « Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible a Dios »(Lc 1, 36-37). El mensajero divino se había referido a cuanto había acontecido en Isabel, para responder a la pregunta de María: « ¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón? » (Lc 134). Esto sucederá precisamente por el « poder del Altísimo », como y más aún que en el caso de Isabel.

 

(de la Carta Enciclica Redemptoris Mater, sobre la bienaventurada Virgen Maria en la vida de la Iglesia Peregrina -  Juan Pablo II)

viernes, 30 de mayo de 2025

Formar la conciencia

 

(…) no es suficiente decir al hombre: "sigue siempre tu conciencia". Es necesario añadir enseguida y siempre: "pregúntate si tu conciencia dice verdad o falsedad, y trata de conocer la verdad incansablemente". Si no se hiciera esta necesaria puntualización, el hombre correría peligro de encontrar en su conciencia una fuerza destructora de su verdadera humanidad, en vez de un lugar santo donde Dios le revela su bien verdadero.

Es necesario "formar" la propia conciencia. El cristiano sabe que en esta tarea dispone de una ayuda especial en la doctrina de la Iglesia. "Pues, por voluntad de Cristo, la Iglesia católica es la Maestra de la verdad, y su misión es exponer y enseñar auténticamente la Verdad, que es Cristo, y al mismo tiempo declarar y confirmar con su autoridad los principios del orden moral que fluyen de la misma naturaleza humana" (Dignitatis humanae, 14).

(Juan Pablo II Audiencia General 17 de agosto de 1983)

La conciencia y nuestras acciones

 

¿De dónde saca la conciencia sus criterios de juicio? ¿Sobre qué base juzga nuestra conciencia moral las acciones que vamos a llevar a cabo o hemos realizado? Escuchemos con atención las enseñanzas del Concilio Vaticano II: "La norma suprema de la vida humana es la propia ley divina, eterna, objetiva y universal, por la que Dios ordena. dirige y gobierna el mundo universo y los caminos de la comunidad humana... El hombre percibe y reconoce por medio de su conciencia los dictámenes de la ley divina, conciencia que tiene obligación de seguir fielmente en toda su actividad para llegar a Dios, que es su fin'' (Dignitatis humanae, 3).

(Juan Pablo II Audiencia General  17 de agosto de 1983)

jueves, 29 de mayo de 2025

"hacer discípulos a todas las gentes"?

 

Jesús se daba cuenta muy bien de las dificultades que los Apóstoles iban a encontrar; por eso, nos ha ofrecido su misma garantía: "Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo" (Mt 28, 20).

Los Apóstoles creyeron en él, en su presencia y en su fuerza, para la vida y para la muerte. La Iglesia primitiva se alimentó de la misma fe. La Iglesia de hoy, aunque es consciente de la flaqueza de las fuerzas humanas, afronta las dificultades de la evangelización con la humildad y la confianza de los creyentes de los primeros tiempos y de siempre. Reaviva su fe en la presencia omnipotente de Cristo.

(Juan Pablo II Audiencia General 17 de mayo de 1995)

El mundo de la comunicación – areópago de nuestros tiempos

 

Hay que volver a examinar los instrumentos para el anuncio del Evangelio, y emplear cada vez mejor los medios de comunicación social. "El primer areópago del tiempo moderno es el mundo de la comunicación, que está unificando a la humanidad y transformándola ―como suele decirse― en una "aldea global". Los medios de comunicación social han alcanzado tal importancia que para muchos son el principal instrumento informativo y formativo, de orientación e inspiración para los comportamientos individuales, familiares y sociales" (ib.).

 (Juan Pablo II Audiencia General 17 de mayo de 1995)

martes, 27 de mayo de 2025

La vocación universal a la santidad

 

La vocación universal a la santidad - El verdadero misionero es el santo

La llamada a la misión deriva de por sí de la llamada a la santidad. Cada misionero, lo es auténticamente si se esfuerza en el camino de la santidad: « La santidad es un presupuesto fundamental y una condición insustituible para realizar la misión salvífica de la Iglesia ».174

La vocación universal a la santidad está estrechamente unida a la vocación universal a la misión. Todo fiel está llamado a la santidad y a la misión. 

 (Juan Pablo II en la Encíclica Redemptoris Missio – Sobre la permanente validez del mandato misionero) 

Ánimo, no temáis, anunciad que Jesús es el Señor

 

Ánimo, no temáis, anunciad que Jesús es el Señor: «En ningún otro nombre hay salvación» (Hch 4, 12).

Decid a todos que «abrirse al amor de Cristo es la verdadera liberación. En él, sólo en él, somos liberados de toda forma de alienación y extravío, de la esclavitud al poder del pecado y de la muerte» (Redemptoris missio, 11). Él es camino y verdad, resurrección y vida (cf. Jn 14, 6; 11, 25); él es el «Verbo de la vida» (Jn 1, 1).

Anunciad a Cristo con la palabra, anunciadlo con manifestaciones concretas de solidaridad, haced visible su amor al hombre, colocándoos, con la Iglesia y en la Iglesia, siempre «en la primera línea de la caridad», donde «muchos de sus hijos e hijas, especialmente religiosos y religiosas, con formas antiguas y siempre nuevas, han consagrado y continúan consagrando su vida a Dios, ofreciéndola por amor al prójimo más débil y necesitado» (Evangelium vitae, 27).

 

(Juan Pablo II – del Mensaje para la Jornada Mundial de lasMisiones de 1995)

lunes, 26 de mayo de 2025

Derecho canónico

 

El Derecho Canónico cumple una función sumamente educativa, individual y social, en el intento de crear una convivencia ordenada y fecunda en la que germine y madure el desarrollo integral de la persona humano-cristiana. Esta, en efecto, sólo puede realizarse en la medida en que se niega como individualidad exclusiva, siendo su vocación juntamente personal y comunitaria. El Derecho Canónico consiente y favorece este perfeccionamiento característico en cuanto conduce a la superación del individualismo: de la negación de sí como individualidad exclusiva, lleva a la afirmación de sí como socialidad genuina, mediante el reconocimiento y el respeto del otro como "persona" dotada de derechos universales, inviolables e inalienables, y revestida de una dignidad trascendente.

Pero el deber de la Iglesia y su mérito histórico de proclamar y defender en todo lugar y en todo tiempo los derechos fundamentales del hombre, no la eximen, antes la obligan a ser ante el mundo "speculum iustitiae, espejo de iusticia". La Iglesia tiene al respecto una responsabilidad propia y específica.

(Juan Pablo en su discursoal Tribunal de la Sacra Rota Romana – 17 de febrero de 1979)

El hombre – personalidad humana y cristiana

 

...el hombre constituye la base de todo. Debe ser respetado en su dignidad personal y soberana. Se debe respetar su dimensión social, pues la personalidad humana y cristiana sólo puede comprenderse en la medida en que se rechace este egocentrismo exclusivista, ya que su llamamiento es a la vez personal y social. El derecho canónico admite y favorece este perfeccionamiento característico pues lleva a vencer el egoísmo avasallador, es decir, la renuncia de sí en cuanto individualidad exclusivista; conduce a la afirmación de sí mismo en una auténtica perspectiva social, mediante el reconocimiento y respeto del otro en cuanto "persona" dotada de derechos universales, inviolables e inalienables, y revestida de dignidad trascendente (cf. Discurso a la Sacra Rota RomanaL'Osservatore Romano, Edición en Lengua Española. 1 de abril de 1979, pág. 9).

 (del discurso de Juan Pablo II a losparticipantes en la Conferencia Mundial sobre la ley, celebrada en Madrid – 24 deseptiembre de 1979)

La regla del derecho – "imperium legis"

 

El rápido desarrollo de las relaciones entre los hombres y las naciones, tanto en extensión como en profundidad, reclama un esfuerzo sin precedentes para que aquél quede bajo el señorío del hombre, pues de lo contrario se verá arrastrado en la ola tumultuosa de los egoísmos e instintos; a este fin se deben hallar estructuras adecuadas que expresen y fomenten la unidad de la familia humana dentro del respeto a la dignidad soberana de cada individuo y de cada grupo humano. Este propósito encuentra en la regla del derecho, en el "imperium legis", una ayuda indispensable que garantiza la continuidad, rectitud y fuerza creadora.

 (del discurso de Juan Pablo II a losparticipantes en la Conferencia Mundial sobre la ley, celebrada en Madrid – 24 deseptiembre de 1979)

sábado, 24 de mayo de 2025

Sólo Dios es el Salvador

 

La convicción de que el hombre no puede salvarse mediante sus esfuerzos humanos y de que toda la salvación viene de Dios, estaba inculcada por la revelación del Antiguo Testamento. Yavé decía a su pueblo: "No hay Dios justo ni salvador fuera de mí" (Is 45, 21). Sin embargo, con esta afirmación Dios aseguraba además que no había abandonado al hombre a su propio destino. Él lo salvaría. Y efectivamente, el que se habla definido como Dios Salvador, manifestó, con la venida de Cristo a la tierra, que Él lo era realmente.

 

(de la Audiencia General de Juan Pablo II 13 de abril de1983)

¡El hombre necesita de reconciliación!

 

Con el pecado quebrantó la amistad con Dios, y se encontró solo y desesperado, porque su destino no puede cumplirse fuera de esta amistad. Por esto aspira a la reconciliación, aún siendo incapaz de realizarla por sí. Efectivamente, con solas sus fuerzas no puede purificar el propio corazón, librarse del peso del pecado, abrirse al calor vivificante del amor de Dios.

El "alegre anuncio" que la fe nos trae es precisamente éste: Dios, en su bondad, ha salido al encuentro del hombre. Ha obrado, de una vez para siempre, la reconciliación de la humanidad consigo mismo, perdonando las culpas y creando en Cristo un hombre nuevo, puro y santo. San Pablo subraya la soberanía de esta acción divina cuando, al hablar de la nueva creación, declara: "Todo esto viene de Dios, que por medio de Cristo nos reconcilió consigo" (2 Cor 5, 18). Y añade: "Dios mismo estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo, sin pedirle cuentas de sus pecados" (5, 19). Por lo cual, el Apóstol, con la conciencia de haber recibido de Dios el ministerio de la reconciliación, concluye con la exhortación apasionada: "Dejaos reconciliar con Dios" (5, 20

 

(de la Audiencia General de Juan Pablo II 13 de abril de1983)


jueves, 8 de mayo de 2025

La maternidad de Maria, Madre dela Iglesia

 

La maternidad de María no es solo individual. Tiene un valor colectivo que se manifiesta en el título de Madre de la Iglesia. Efectivamente, en el Calvario Ella se unió al sacrificio del Hijo que tendía a la formación de la Iglesia; su corazón materno compartió hasta el fondo la voluntad de Cristo de "reunir en uno todos los hijos de Dios que estaban dispersos" (Jn 11, 52). Habiendo sufrido por la Iglesia, María mereció convertirse en la Madre de todos los discípulos de su Hijo, la Madre de su unidad. Por esto. el Concilio afirma que "la Iglesia católica, instruida por el Espíritu Santo, la venera, como a Madre amantísima, con afecto de piedad filial" (Lumen gentium, 53).

 

(Juan Pablo II Audiencia General 11 de mayo de1983)

La mediación de Maria

 

La maternidad de María en el orden de la gracia "continúa sin interrupción" hasta el fin del mundo, afirma el Concilio, que pone de relieve en particular la ayuda aportada por la Santísima Virgen a los hermanos de su Hijo en sus peligros y afanes (cf. Lumen gentium, 62). La mediación de María constituye una participación singular en la mediación única de Cristo, que, por lo mismo, no queda ofuscada ni en lo más mínimo, sino más bien queda como hecho central en toda la obra de la salvación.

(Juan Pablo II Audiencia General 11 de mayo de1983)


sábado, 3 de mayo de 2025

Fe y razon

 

La fe y la razón (Fides et ratio) son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad. Dios ha puesto en el corazón del hombre el deseo de conocer la verdad y, en definitiva, de conocerle a Él para que, conociéndolo y amándolo, pueda alcanzar también la plena verdad sobre sí mismo (cf. Ex 33, 18; Sal 27 [26], 8-9; 63 [62], 2-3; Jn 14, 8; 1 Jn 3, 2).

 

(Juan Pablo II – de la introducción a la Enciclica Fides et Ratio)

 

Los medios de comunicación y la verdad

 

“El encuentro entre la revelación divina y los modernos medios de comunicación social, cuando se realiza respetando la verdad de los contenidos bíblicos y usando correctamente los medios técnicos, da abundantes frutos. En efecto, por una parte, produce una elevación de los medios de comunicación a una de las funciones más nobles que, en cierto modo, los rescata de usos impropios y a veces banales; y, por otra, ofrece posibilidades nuevas y extraordinariamente eficaces de acercar al gran público a la palabra de Dios comunicada para la salvación de todos los hombres.”

 

(del discurso de Juan Pablo II a un Congreso Internacional sobrelenguaje bíblico y comunicación contemporánea – septiembre 1998)

jueves, 1 de mayo de 2025

La paz y el bien comun

 Para promover la paz, venciendo al mal con el bien, hay que tener muy en cuenta el bien común[5] y sus consecuencias sociales y políticas. En efecto, cuando se promueve el bien común en todas sus dimensiones, se promueve la paz. ¿Acaso puede realizarse plenamente la persona prescindiendo de su naturaleza social, es decir, de su ser « con » y « para » los otros? El bien común le concierne muy directamente. Concierne a todas las formas en que se realiza su carácter social: la familia, los grupos, las asociaciones, las ciudades, las regiones, los Estados, las comunidades de pueblos y de Naciones. De alguna manera, todos están implicados en el trabajo por el bien común, en la búsqueda constante del bien ajeno como si fuera el propio. Dicha responsabilidad compete particularmente a la autoridad política, a cada una en su nivel, porque está llamada a crear el conjunto de condiciones sociales que consientan y favorezcan en los hombres y mujeres el desarrollo integral de sus personas.[6]

(del Mensaje de Juan Pablo II para la XXXVIII Jornada Mundial de la Paz 1 de enero de 2005)


La paz se promueve con el bien

 

La paz es un bien que se promueve con el bien: es un bien para las personas, las familias, las Naciones de la tierra y para toda la humanidad; pero es un bien que se ha de custodiar y fomentar mediante iniciativas y obras buenas. Se comprende así la gran verdad de otra máxima de Pablo: « Sin devolver a nadie mal por mal » (Rm 12,17). El único modo para salir del círculo vicioso del mal por el mal es seguir la exhortación del Apóstol: « No te dejes vencer por el mal; antes bien, vence al mal con el bien » (Rm 12,21).

(del Mensaje de Juan Pablo II para la XXXVIII Jornada Mundialde la Paz 1 de enero de 2005)